martes, noviembre 06, 2007

La Cancha

Los argentinos viven el fútbol con más pasión que en cualquier otra parte del mundo. Ir a “la cancha”, como llaman al estadio, es un ritual de miles de fanáticos cada fin de semana. El lugar sagrado. De donde se sale sin voz. Donde se llora. Donde las uñas sufren cientos de mordiscos por segundo. Es el mejor sitio en el mundo.


Debo haber tenido una de las infancias más afortunadas. A pocos pasos de mi casa en Puerto Varas había una cancha, que al igual que en Argentina, le decía La Cancha. “Mamá, me voy a La Cancha”, solía decir cuando llegaba del colegio. Los fines de semana mi mejor panorama era ir a pelotear ahí. Muchas veces solo. Pateando el balón hacia un arco vacío. Una imagen inolvidable.

Las nubes negras y gordas, cargadas de agua. Un día oscuro. El pasto mojado. Una poza gigantesca con barro en el sector del pórtico. Me alejo unos 15 metros. Donde debería empezar el área. Chutéo con todas mis fuerzas, pero el agua dentro del cuero y mis piernas flacas hacían que la pelota quedara estancada en el lodo. Sin importarme caminaba por ahí con mis zapatos marca Lotto de seis pepas y rescataba tan precioso juguete.

Pasaba más tiempo ahí que dentro de mi casa. No importaban las tormentas ni el frío. Bastaba una bolsa de plástico del supermercado bajo los calcetines para evitar el agua en los pies. Tampoco importaba la caca de vaca en el terreno de juego. Porque como se ve, La Cancha estaba en un potrero. En una pampa donde el dueño del campo ponía animales de vez en cuando. Lo que era bueno porque así cortaban un poco el pasto.

A veces jugaba con un amigo. Menor que yo y que sigue viviendo junto a La Cancha. Llegaba afuera de su casa, siempre con la pelota en los pies y le gritaba “Ricardo”. Salía rápido y se alistaba a jugar aunque sea con botas de goma para evitar el reto de su mamá después. Lo más entretenido para jugar de a dos era tiros al arco. A los cinco goles cambiábamos de portero. Estábamos horas así. Hasta que la pelota ya no se veía y el frío era aterrador.

Fue en “La Cancha” donde empecé a conocer el fútbol por dentro. Su ambiente y su vida. Como estaba dentro de un campo, los trabajadores iban a jugar ahí en las tardes de verano. Todos los días de siete a nueve o diez de la noche. Y en febrero o enero solía tocar una fecha del campeonato rural de fútbol ahí. En La Cancha. Un torneo con todas sus letras. Pero al estilo campestre.

A eso de las 10 de la mañana de un domingo empezaba a llegar la caravana de equipos. No recuerdo cuántos jugaban cada fecha. Imagino que unos seis. Durante todo el día se disputaba a muerte un cordero que observaba impávido los partidos. El cuadro vencedor degollaba al animal para disfrutarlo con vino y cervezas junto a los familiares.

Esta cancha es muy especial. Tiene a un costado una pampa con pendiente que las hacía de galería. Los arcos de troncos sacados de algún bosque cercano se adornaban como nunca con una vieja malla amarrada con pita a los palos. Las líneas del área, mitad de cancha, costados o fondo, simplemente no existían. Todo al criterio del árbitro.

Discusiones, peleas, gritos de esposas desesperadas. Terminología que me costaba entender. Apodos divertidos y originales. Convivían durante todo un día. Yo mientras tanto observaba en silencio desde atrás de un arco. Imaginándome dentro de La Cancha.

Esos días de verano fueron quizás los mejores de mi infancia. Después de la playa me pasaba a La Cancha. Como a las siete llegaban “los grandes”, como llamábamos a los trabajadores. Un día me invitaron a jugar con ellos. Era como un sueño. Jugando con el Polilla, con Ramón, con Pititore, con Chimenea. Para mí era lo más cercano al fútbol profesional.

Jugué varios veranos con ellos. Cuando tenía 17 ya podía codearme con las figuras. Podía gambetear a uno o dos. Intentar un gol de larga distancia. Reclamar lo que era injusto y soportar las burlas de un grupo de campesinos del que yo, sin duda, fui parte.

En La Cancha aprendí la picardía del fútbol. La convivencia. El miedo. Las alegrías. El dolor. El trabajo en equipo. En pocas palabras, en La Cancha aprendí a vivir.

miércoles, septiembre 06, 2006

Caminar.com


Caminar debe ser uno de los mejores inventos que se han hecho. Sin duda es una de las actividades más importantes y a la vez interesantes en la vida. A mí me gusta eso de valerte de tus pasos para llegar a algún lugar. A veces prefiero caminar en vez de tomar el metro o la micro. Caminando se pasa mejor, tienes más tiempo para observar, pensar, disfrutar de un trayecto. Cuando estás solo claro, porque si estás con alguien en tu caminata todo cambia.

Ha sido bautizado como el “Rey de los ejercicios”. Seguramente porque es el más simple y el más practicado. No hay quien no haga deporte si pensamos que al caminar ayudamos al organismo. Pero la cosa no se trata de caminar sólo de la puerta de la casa al auto. Sino tener el hábito. Preferir trasladarse con los pies en el suelo y no en el acelerador. Con los pies en la vereda y no siguiendo el ritmo de la cumbia en la micro.

En Puerto Varas todo era más fácil. Caminabas un poco y estabas donde necesitabas, dabas otro paso y llegabas a otro lugar. Distancias muy cortas en contraste con Santiago, donde no sólo los recorridos para llegar a un sitio son interminables sino que el ruido es molesto. En el sur escuchas el viento, la lluvia sobre tu parca, el lago, los truenos o los árboles agitándose violentamente. Sin embargo, un invento casi tan bueno como la caminata ha hecho que la vida de peatón me sea más simple. ¡Un reproductor MP3456…! Con él las bocinas desaparecen, el sonido de las motocicletas se remonta al siglo XIX. Los silbidos de los sapos de micro quedan en el olvido. Todo se ameniza.

¿Por qué abusar de la capacidad de un animal si tenemos nuestras propias piernas?

Pero a veces caminar puede no ser grato. A veces es necesario prestar atención donde uno pisa. Por dónde uno avanza. Cuando vivía en Puerto Varas, estaba en el campo, en la casa de un amigo, sí el mismo que tenía las llamas. Y tal como Shrek y Burro (ya quedará claro quién era quién) iniciamos una búsqueda. De plantas de perejil era la nuestra. Caminábamos. Yo distraído no miraba por dónde iban mis pasos. Y sin darme cuenta me encontré sumergido hasta el cuello en un pozo de excremento de vaca. Hundido en la masa espesa no podía ni moverme, todo a causa de un mal caminar. Mi amigo que iba uno metros más adelante sólo oyó el sonido de mi caída al foso de desecho animal. Ya entendieron quién era Burro ¿no?

Pese a todo caminar siempre será un agrado. En cualquier lugar y superficie. Pisar las hojas o el pasto en un bosque, la tierra o piedras en una montaña, la arena en la playa, la nieve en la nieve. A pie pelado o con zapatillas. Bajo la lluvia o un intenso sol. Todo vale al momento de caminar. Todo se disfruta.

Siempre he querido estar toda una noche caminando. Dando vueltas por ahí, sin rumbo fijo. Pasear por la calle, conocer la ciudad a pie pero cuando todos duermen, festejan o lo que sea. Caminar de un lado a otro sin preocuparse. Solo o acompañado. En un par de oportunidades ya me he trasladado a pie desde el Estadio Nacional hasta mi departamento 43 de noche, pero eso sólo ha sido como una hora de viaje. Yo quiero caminar y caminar y caminar. Aunque no siempre se puede. Hay que tener tiempo y energía para poder moverse con los pies.

Puede que sea más lento. Quizás sea más agotador. Tal vez no te diviertes tanto. Y lo más probable es que no a todos les guste. Pero de que se avanza y de que es un buen invento no tengo dudas. ¿Caminemos?

martes, agosto 29, 2006

Me escupió un "homeless"

Cual ametralladora iraquí, el sujeto me lanzó tres escupitajos en un segundo. Venía yo de regreso a mi hogar a eso de las 4 con 52 minutos, desde la universidad, cuando en una de las esquinas de Obispo Salas con Arzobispo Vicuña (calle en que resido) había un vagabundo recostado en el piso. Lo miré de reojo e inmediatamente oigo el sonido del líquido salival expulsado desde su boca. 1…2…3 escupos a una velocidad increíble y girando los disparos como siguiendo mi movimiento. Gracias a un pequeño desplazamiento lateral pude evitar el impacto.

Continué avanzado, con paso un tanto exaltado y con rápidas miradas hacia atrás para comprobar que el hombre de barba desgarbada y pelo sucio no me siguiera. Intercalaba la vista entre lo que podría ocurrir a mi espalda y mi pantalón para ver si había rastros del ataque. No podía creerlo, no había hecho nada, tan sólo pasé caminado por ahí, por donde paso cada día y este tipo, simulando a un hincha de fútbol pegado al alambrado para intentar manchar con saliva a un jugador, quiso hacer lo mismo conmigo.

No entiendo su comportamiento, ni el de ninguna persona que escupa a otra. Un acto tan bajo como tirar ese líquido un tanto viscoso sobre otro ser humano me causa un gran rechazo. Y no es la primera vez que me pasa. Ya recibí un proyectil de fluido bucal en otra ocasión. Aunque esa la acepté, porque no fue ni de una mujer ni de un hombre. Fue un animalejo. Una llama, el bicharraco experto en escupos.

Cuando aún iba al colegio, un día fui a la casa de un amigo que coleccionaba de estos animales en Puerto Varas. Él alimentaba a unas llamas con pasto y frutas. Yo me disponía a darle una manzana en la boca a uno de los herbívoros. Éste se acercó lenta y amablemente mirándome a los ojos y cuando estaba a punto de comer el fruto ¡PAFFF! Lanzó un disparo que no me permitió reflejo alguno. El impacto dio justo en mi boca, por lo que tuve la posibilidad de degustar el fluido llamístico.

Si bien el escupo del homeless.com no me alcanzó, y el de la llama sí, lo de hoy fue algo más extraño y sorprendente. El animalito pudo verse ofendido con mi ofrecimiento de manzana verde, quizás él se sentía capaz de alimentarse solo, y su actitud fue como decirme “hey yo puedo solo ¿ok? No quiero tu manzana”. Pero lo del tipo en la calle no lo entiendo, no le hice nada. Tal vez sólo fui su blanco para jugar a la puntería. Qué sé yo.

domingo, agosto 20, 2006

Esas Zapatillas

The end has no end, es lo que suena cuando comienzo a escribir esto. Unas líneas dedicadas a las “Tillas”, que no sé si lamentable o no, están tan de moda en estos tiempos de caminar mirando el piso. Logré encontrar otra afición en mi vida, la que se suma a las camisetas de fútbol y a los Dioses Balotas: Las Zapatillas. Esta “obsesión” empieza cuando me doy cuenta de que los pies deben estar bien armados, configurados con una buena coraza (esa palabra la oí hoy y quiero usarla “coraza”). Debemos calzarnos una zapatilla adecuada para un buen andar, pero no sólo la comodidad importa, el modelo y los colores son igual de trascendentes. En mi caso la marca influye mucho también (soy marquero y qué, por estos días es difícil escapar de ello).

Más arriba decía que no sé si sea lamentable este boom zapatillesco, esto porque todo el mundo quiere zapatillas cool, entonces aparecen cada vez más modelos, cada vez más caros, cada vez más geniales. Pero eso es lo bueno, que de pronto aparecen una “Tillas” estrafalarias que me dan ganas de adquirir, hasta que veo el precio. Pero luego las ganas vuelven y hacen no pensar en la plata.

Dos de los modelos que más me gustan, Puma Lab II, que no llegan a Shile. Adidas Halfshell New York.



El otro día le decía a una amiga que yo usaré zapatillas toda mi vida. Incluso en el trabajo. Realmente espero poder hacerlo porque esos zapatitos negros apretados, duros y feos, me disgustan al nivel de las guatitas, que son blandas y elásticas, como una zapatilla, ¡vaya paradoja! Creo que un buen par de zapatillas puede hacernos sentir mejor. Al menos a mí me pasa. Me gusta mirarlas. Tocarlas. Incluso olerlas. Aún no me como una, pero todo a su debido tiempo. Tengo algunas exigencias para que unas “Tillas” lleguen a mis pies. Tienen que ser de marca, lo cual me perjudica en algunas ocasiones por el elevado precio, pero si son muy cool vale la pena. Tienen que ser de colores fuertes, o al menos tener una parte luminosa. No deben ser muy grandes, o sea que no sean anchas. Zapatilla “skater”, gorda como prieta, no gracias. Prefiero unas que tomen la forma del pie. ¿Marcas? En primer lugar tenemos Adidas (viene de Adi Dassler, creador de la marca), en segundo puesto Puma y en el tercero Converse. En un cuarto sitial podríamos ubicar a Nike, sin embargo eso sólo se remite a algunos modelos.

Los cordones juegan un rol preponderante. Con ellos podemos lograr una nueva zapatilla, puede cambiarle completamente el aspecto. Darle más vida o entregarle un poco de seriedad si la situación lo requiere. Mis últimas “Tillas” son blancas con verde, venían con cordones blancos, ese era el color predominante, pero al ponerles unos “lazos” verdes, se equilibraron un poco los tonos. Luego les puse unos amarillos, que las dejaron más bellas aún. Con aspecto más veraniego o primaveral. Creo.


¿Por qué zapatillas?
Se ubican en la parte más baja del cuerpo. Es ahí donde suelen usarse, en los pies. Quizás, después de los calcetines y la ropa interior, las zapatillas sean la prenda menos vista. Pero no cuando son vistosas. Azules con amarillo por ejemplo, ya me dijeron por ahí que yo era “el niño de las zapatillas raras” cuando mi vida era solitaria y al parecer no pasé desapercibido gracias al azul y amarillo de mis pies. Tuve, de niño, unas con luces, que me impedían jugar a la escondida de noche, pero me permitían ser un iluminado. Creo que el afán por las zapatillas va por la comodidad y porque hay una infinidad de modelos donde elegir. Además creo que las “Tillas” que uno escoge representan la personalidad. A mí me gustan con colores fuertes porque son más alegres. Simple.

El otro día tuve un cumpleaños de una amiga de la universidad, lo celebró en una discoteca, y poco antes de ir me avisaron que no podía entrar con zapatillas blancas. No entiendo la razón. Un lugar para jóvenes, donde quieren que uno vaya vestido de smokin? Mi falta de determinación me hizo cambiar las que ya tenía puestas por unas grises que adquirí a precio de ganga na.
Chile es aún un país subdesarrollado en materia de calzado. Tal vez en vías de desarrollo, pero igual eso es un concepto apresurado. He visto zapatillas por la Internet, y es ahí cuando uno se da cuenta de que nos falta mucho para lograr un nivel óptimo. Una de mis favoritas no llega a nuestras tierras, el modelo de Puma Lab II de la foto de más arriba.

La moda de las zapatillas ha ido tan lejos, pero tan lejos que los diseñadores tuvieron que dar la vuelta en el tiempo y volver al pasado. Muchas de las zapatillas que se venden a un altísimo precio son realmente modelos de hace 20, 30 ó 40 años, y que han sido renovados en sus materiales y fabricación. Pero son diseños antiguos traídos al mundo moderno. Una evolución de las zapatillas basada en el pasado. Un negocio que seguirá en alza y que llevará, ojala, por favor, espero, deseo, a que en el futuro la zapatilla se pueda usar donde uno quiera. Ya me gustaría ver a la Presidenta Michelle Bachelet con un par de Converse rojas.

martes, agosto 08, 2006

Puntualidad Epidérmica

Ya longipanes con mayo casera. Hace terrible de rato que tenía ganas de escribir esta desfachatez, pero quiero que sepan que para mí tiene muchísima importancia. Ah y también advertirles que el título no tiene relación alguna con el texto, para que no se den vueltas en solucionar el enigma.

Resulta que según creo- bajo mi experiencia- cada grupo de amigos tiene su forma de hablar, sus dichos populares, sus palabras preferidas o las más repetidas. Me parece genial, porque se crean dialectos "secretos" que difícilmente alguien ajeno al grupo comprendería a la primera estocada.

Particularmente mi grupo de amigos del colegio, incluyéndome a mí, tiene una forma diferente de comunicarse. Siempre me ha llamado la atención esa manera de pronunciar las CH, las Y (cuando son ye, ya, yo o yaaaaa). Siempre hemos intentado aplicarles un toque de disparate lingüístico y decirlas tal como no son. Creo que nos parece divertido. Y supongo que a los demás longipanes también.

Claramente ha sido información recibida, experiencias vividas o historias que se han contado y que han quedado impregnadas con algo más fuerte que la gotita en nuestro vocabulario. Varias veces me digo qué pasaría si yo le pregunto a un amigo de la universidad si es que "casha su porte" (casha, no cacha). Quizás pueda responderme y decir que sí, un metro 67 centímetros. Pero NO! Qué aberración de respuesta! Aún no sé por qué no he hecho el ejercicio de cuestionarle eso a alguien, para ver si se le ocurre a qué se refiere la encrucijada a la que lo enfrento. Bien, explicaré a continuación algunos términos (sólo algunos) que son propiedad exclusiva de algunas personas. Si alguien quisiera utilizarlos debería saber cómo hacerlo, o comunicarse conmigo.

- Longipan: es un longi. Pero no el típico longi flyte. Este es un amigo, una persona a la que se le tiene cariño. Un ser que demuestra astucia en el día a día y que no tiene miedo al ridículo. Si el longipan es con mayo es aún más seco y si es con mayo casera, uf! Maestdo! (se analizará más adelante).

-Jueeee: es una deformación de la palabra Jesús. Todo partió porque el sureño solía decir mucho "Jesúuuuuus María y José qué frío", luego todo cambió un poco y se empezó a decir "Juueesúuuuu María y Joséee el frío que hace mi shico", pero como el sureño es de pocas palabras, aprovechó de reducir la frase a un sintético "Juuueeeeeee". Esta palabra se usa con mucha frecuencia en el sur, pero algunos sureños residentes en la capital lo usamos también.

- Jato: sinónimo de casa. Es decir Jato=Casa. Una primera teoría apunta a que el término nació de la malisima pronunciación de casa en inglés. Jaus y que se llevó a jato. Si bien el planteamiento puede ser correcto, he decidido presentar mi teoría sobre el nacimiento de esta palabra. Cuando una persona se encuentra haciendo desorden solemos decirle "pa tu jaula", en alución de que queremos que desaparezca del momento y se refugie en su cama o su propio hogar. La "Jaula" es fácilmente reemplazable por Jato, por lo que podemos decir "pa tu jato miercales".

- ¿No dejai hesho pishí en tu casa?: Si bien puede entenderse de forma textual y responder que sí o que no porque alguien prefiere orinar en un baño público o lo que sea. Esta pregunta nace con la negativa de un profesor para que un alumno vaya al baño. Sin embargo, con el tiempo hemos adaptado esta pregunta para cuestiones más profundas. Si una persona no ha podido dar solución a un problema, del cual debió tomar medidas preventivas, esta pregunta calza a la perfección.

- ¿Te hací pishí en la cama? Shamón: esta interrogante se la planteamos a alguien para saber si está o no preparado para afrontar una situación determinada. Es importante utilizar el "shamón" al final de la pregunta para inspirar respeto y para que el interrogado sienta que debe cumplir con la tarea.

- ¿Cashai tu porte?: No! no es textual, aunque en su momento lo fue, con el fin de acomodar a un alumno en la fila correcta de un desfile como la parada militar pero de colegio. Pero "cashar el porte" va mucho más allá de la estatura u otras medidas corporales, no es algo tan superficial. Cashar el porte es conocerse a sí mismo. Saber qué es lo que se quiere y qué es lo que se puede. Si alguien está confundido o indeciso le podemos aconsejar que cashe su porte no más. Al cashar su porte tomará la decisión correcta. Si alguien no casha su porte, debería plantearse la pregunta de cuál diablos es su porte, para que así lo cashe.

- Maestdo!: esto sí es textual. Pero vale el esfuerzo de pronunciar una S una T y una D juntas para lograr el elogio perfecto y llamar a alguien o algo "maeSTDo". (Cabe destacar que esto fue tomado de una seria animada de internet: "El mundo suburbano de Dafa").

- Paha Mohhhtaha: También surgió como algo textual, significa "Pasa Mostaza". Suele usarse al momento de comer comida chatarra, llámese completos, hamburguesas, shurrascos o pollo con papas fritas. Ahora, el concepto debe decirse de manera correcta, Paha mohhhtaha, marcando en las dos palabras la H con exageración. Esto puede usarse también para pedir el control remoto o un vaso, en realidad el paha mohhhtaha sirve para pedir lo que sea.

- Mayonezaso: es uno de los vocablos más nuevos. Y explica el momento en que un individuo, por lo general el mismo de siempre, recibe un fuerte lanzamiento de un paquete de mayoneza sobre su cabeza mientras éste duerme. Los que están despiertos pueden clamar por el mayonezaso, de preferencia Hellmanns de un kilo.

- Los Juju: Jureles.

- Ya shao: esto lo decimos cuando se sabe de algo muy extraño. Cuando algo llamativo pasa ante nosotros, ya sea en vivo y en diresto, en la televisión o donde sea, podemos decir "yaaa shaoooo". Si es demasiado atractivo diremos dos veces: yaaaa shaooo, ya shaooo.

- Terrible ya shao: algo muy asombroso tiene que estar frente a nuestra mirada como para llegar a decir "terrible yaaa shaoo". Algo así como ver a Don Francisco desnudo en un periódico. Eso sería (o fue) terrible ya shao. El factor sorpresa juega un papel importante, que nos puede motivar a pronunciar un extenso terribleee ya shaooooooo.

- No Te Shupe: este debe ser el favorito. El término más repetido. El regalón. El concepto que todos adoramos (como a Dios Balota). No te Shupe, quiero darme el tiempo de pensar en estas tres palabras. Pensando... Suficiente. No te shupe quiere decir de una forma amigable pero severa, no tengas miedo, no temas, no te asustes al momento de afrontar una situación. Si te gusta una niña o un niño, y no te atreves a hablarle "no te shupe" anda y háblale. No te shupe implica tener confianza en sí mismo para lo que sea. Alguien que puede no shuparse ante un problema tiene la mitad del camino recorrido, incluso un poco más. Frente a cualquier circunstancia sólo te digo algo, No Te Shupe!!!

- No te Lo shupe: otra acepción del término anterior y que no vale la pena analizar ahora. Quizás en una clase más avanzada.

Bien. Espero hayan entendido el mensaje de este texto, lo principal en la vida es no shuparse pa no hacerse pishí en la cama.

martes, julio 11, 2006

Lloro...

Hoy es martes, 11 de julio. Llueve en Santiago. Salí a vacaciones de invierno y éste parece ser el día perfecto para quedarse en casa. Una buena oportunidad para ver televisión sin preocupaciones, para leer sin apuro o para dormir sin poner despertador. Sin embargo, nada de eso me contenta. Yo quiero que vuelva el mundial!!! Hace ya dos días que se acabó. Un final que llegó más rápido de lo pronosticado. Un mes completo que se pasó volando en jet.

Ahora que estoy desocupado no hay partidos. ¡Bien buena la cosa! Y lo más terrible es que hay que esperar cuatro años para la próxima copa del mundo. 48 meses para poder inventar pronósticos o para comentar quién será el mejor jugador del campeonato. Cuánta tristeza! Ya no habrá razones para levantarse temprano un domingo. Ni siquiera una fuerte causa para juntar todos los suplementos deportivos de los diarios o para ingresar a algunas páginas de la internet y guardar las mejores fotos. No existe razón para oir a Carcuro, Guarelo, Solabarrieta o al mítico Patricio Yañez. Ahora ya nadie raya con la copa del mundo. Extrañaré la canción de Coca Cola, el verdadero hit del mundial.

El domingo fue uno de los días más esperados, como así también uno de los más tristes. Se jugaba la final del campeonato, porfin sabríamos quién ganaría. Pero qué importaba si yo estaba apenado porque ese día se terminaba el gran momento del fútbol. La máxima cita de los mejores jugadores. El espectáculo más hermoso del planeta llegaba a su fin. La gloria sería para una selección. Pero...¿Qué hay conmigo? Yo y otros más nos quedamos sin fiesta. Se acaba todo y no queda más que esperar. Y por ahora... llorar. Sí lloro.

El día de la final no sé si tenía la piel de gallina en la definición a penales era por los nervios de saber quién se llevaría la copa o por la congoja y el temor de saber que tan sólo en unos minutos ya no habría más. Se extinguía el mes más esperado de los últimos cuatro años seguramente.Quizás estoy disconforme y siento que algo faltó, pero ya fue, el mundial (y Ronaldinho en él) es historia.
Ya no saco nada con lamentos y sollozos. No lograré nada con esto que escribo, pero al menos me deshaogo y expreso mi pena. Mis ganas de volver a ver un partido mundialero y sentir que todo el mundo es una fiesta. Menos mal que grabé la final.

viernes, julio 07, 2006

De Paseo por la Luna


El otro día fui a la luna porque me encargaron escribir un guión cinematográfico. Pensé que sería fácil, pero no. Demasiadas distracciones. Primero me detuvieron en la aduana porque no podía pasar más allá de la atmósfera con el tarro de leche condensada que llevaba conmigo. Sin recibir explicaciones científicas me lo tomé entero para que los guardias del espacio no tuvieran la posibilidad de probar ni siquiera una gota.

Una vez en la luna me disponía a redactar el guión. Pero me encontré con Dan Brown. Luego de una breve charla me dijo que si miraba en tal dirección, justo a las 9.37 vería la silueta perfecta de Leonardo Da Vinci. Sin embargo, creo que mi reloj estaba malo o no funcionó allá arriba, porque después de esperar harto rato, mirando al punto indicado, no apareció ni la punta de la nariz de Da Vinci, y eso que era bastante narigón. Harto bromista salió Dan Brown, y yo ingenuamente le creí.

Trataba de pensar en algo ingenioso para el guión. Pero nada me gustaba. Se me ocurrió contar la vida de un fotógrafo cuya carrera se disparaba gracias a una mariposa que se cruzó frente a su lente. Pero me pareció muy aburrido. Entonces saqué mi cámara digital, para fotografiar la vista que tenía en ese momento, mientras tomaba un jugo de arándanos. Apenas la encendí, en el visor apareció una figurita con forma de pila en un vistoso color blanco. La batería estaba muerta.

Soy bien leso, porque se me olvidó cargar las pilas de la cámara y sólo me alcanzó la carga para sacar fotos cuando iba rumbo a la luna. Había paisajes increíbles, pero cuando tenga tiempo iré de nuevo y capturaré cada rincón con la digital. Lo que más me gustó fue la cantidad de árboles, sobretodo los amarillos con café, que parecían cebras. También, pese al poco tiempo que tenía, alcancé a visitar un resorte gigante, que es un lugar adecuado para que la gente libere tensiones. En ese momento el que saltaba en el resorte era Forrest Gump, pero no quise saludarlo porque me iban a dar ganas de comer camarones ecuatorianos.

Ese soy yo cuando iba camino a la luna. No se puede apreciar su color verde porque la foto es en blanco y azul. Como el Colo Colo.

Cuando llegué a la luna me di cuenta al tiro de algo: se nota que los norteamericanos nunca llegaron a la luna como ellos decían. Y todo fue una farsa para tratar de demostrar que ellos son los mejores de todo y para todo en el mundo. Como ese señor que se tiró en bunjie desde un helicóptero sólo para que digan que es un maestro y el mejor de todos en eso. Obvio que era estadounidense. Digo que se nota que nunca llegaron porque la única bandera que encontré fue ésta:




La luna es realmente maravillosa, se puede apreciar la tierra completamente. Es verdad que se ve la muralla china y el obelisco. Pensar que tuve que ir hasta allá arriba para conocerlos. Pero valió la pena. Claro que me fue imposible lograr una buena concentración para escribir el guión. En ese lugar, rebosante de estrellas, y no me refiero a Dan Brown ni a Winona Rider, que también andaba de paseo por ahí, sino a los verdaderos astros que adornan el manto negro, es muy difícil trabajar sin distracciones.


Si van a la luna es mejor no llevar el disco de Coldplay, porque sus canciones son tan pegotes que después van a andar repitiéndolas sin poder parar y no podrán disfrutar del silencio eterno del espacio.


Quería regresar a la tierra. Estaba cansado. Deseaba ya realmente irme. Intenté conseguir una bicicleta para hacer el retorno más rápido. Pero la única que había en toda la luna la estaba usando el omnipresente Dan Brown para el rodaje de su nueva película: “Diarios de Bicicleta”. Me preguntó si quería actuar, pero le dije no gracias, yo soy escritor de cine y no actor. Me di la vuelta y comencé a caminar hacia abajo, pensando en alguna idea para el guión.